Del '76

Ahora que el día en el que cumplo mis treinta y seis vueltas al sol se acerca, comienzo a tener ese aire de melancolía, de alegría, de agradecimiento y como siempre... Un aire de sentimientos que llega cargado de preguntas y cuestionamientos. La "adultez" fué algo inevitable y debo confesar que tambien anhelado. Mi reloj cronológico dice que inevitablemente el tiempo corre y que cumpliré años, que mi cuerpo será un año más viejo, que mi cabeza se va llenando cada vez más de pelo blanco, que las arrugas van empezando a ocupar su lugar en mis rostro y que mis hormonas comienzan hacer estragos en mi metabolismo y en mi sistema... Suena demasiado trágico y aterrador pero nada puedo hacer... Aunque al final del cuento me da hasta risa, por que mi edad mental le declaró la guerra al sentirse "vieja" hace muchos años. Como dice el viejo refrán... "ah yo me siento como de veinte" y... Pues si!
La adultez la recibí con los brazos abiertos, la asumí como una responsabilidad y como la llave para abrirle la puerta a cosas nuevas, para explorar, para aprender, para lanzarme a la aventura con otros seres y vivir la vida con privilegios que cuando era adolescente no los "podía" o no los "debía" tener.
Ha sido una adultez llena de muchas vueltas, de ires y venires, de lágrimas y de tambien mucho amor y satisfacciones. La adultez me trajo un amor, unos hijos hermosos, una familia, un hogar, un lugar diferente para vivir, muchas nuevas y tremendas experiencias a nivel emocional y social.
En esta adultez me cuestiono la dificultad para mantener y hacer nuevos amigos, lo difícil que es quitarse la verguenza y arriesgarse a cosas nuevas y a atreverse a lo que está por fuera de nuestra zona de seguridad y confianza.
No quiero caer en ese camino de la seguridad y de lo cómodo-conocido, nada es certero y no quiero perderme de lo nuevo que cada día me traiga. Quiero ponerme una intención cada mañana, aprender a vivir con mis debilidades y por que no, convertirlas en armas para hacerme más fuerte. Deseo de una vez por todas sentirme agradecida y felíz en mi propia piel y cuidar de mi mente y de mi cuerpo. Aceptarme tal cual como llegué a esta vida...
Quiero celebrar mis treinta y seis años... Al fin y al cabo son míos, mis primeros y mis últimos.

Hubo una vez una mujer que caminaba por senderos llenos de lodo y piedras. Ese camino nunca lo olvida, era particularmente oscuro y estaba cubierto por largas ramas de árboles que no dejaban pasar ni el más mínimo rayito de sol. Por esa ruta caminó siempre sola y llena de frío, nada la detenía, el viento le arrancaba las lágrimas y el frío le paralizaba su mente. Se dedicó a caminar sin pensar, sin motivo, sin intención, solo caminó sin destino y sin meta...

El día en que me perdí del camino retomé las cartas de amor y desamor, las fotos del baúl, un espejo y mi libreta... Tomé del vino rojo más seco que encontré, me senté en el viejo y oloroso mueble de la sala, cerré mis ojos y me eché a volar. Ya estaba perdida, sin raíces, sin presente y sin mañana, solo atesoraba un gran pasado y una gran historia de amor. Ya no me reflejaba en mi viejo espejo.
El día en que me perdí del camino ya no vi mis ojos ni los tuyos, ya no escuché mi corazón y me dejé llevar por un viento frío. Ya el amanecer y el anochecer no eran los mismos, ya no percibía si llovía, si hacía calor o si las flores regalaban su polen.
El día en que me perdí del camino me perdí de mi misma... Y de tí y de todos.
El día en que me perdí del camino sentí la soledad más inmensa y ví como las paredes de aquella sala se iban cerrando y me iban aplastando, ese día me fuí quedando sin color en mis mejillas y la respiración me empezó a faltar. Ese día ya no me reconocí, no supe quien era, ese día que me perdí en el camino... Ese día morí...

Hay mañanas en las que voy y vengo, en las que me pierdo y me dejo llevar.
Hay tardes en las que recusito y hay noches en las que vuelvo a morir.
Hay días en los que te extraño y quiero recuperarte, hay medio días en los que te imagino y hay noches en las que me despido diciéndote en silencio adiós y hasta nunca.
Hay amaneceres en los que me arrepiento y quisiera salir corriendo a tu búsqueda y a la mía...
Hay días, hay tardes y hay noches en las que a pesar de todo, el amor que se siente, tu presencia y recuerdo siempre permanecen...

Mis días de lluvia

Amo el sol, el cielo azul, el calor y los días con brisa y viento.
Pero amo profundamente mis días de lluvia!
Esas nubes grises casi negras que toman otra vida en el cielo, esas gotas de agua que me alientan y ese olor tan único y tan delicioso que me hacen emocionar cada vez que llueve. No sabría como especificar eso que siento... Es emoción, es encanto, es gusto, es alegría...
Amo la lluvia, amo el cielo gris, amo los truenos y sus relámpagos, me alegran y me regocijan.
Amo mis días de lluvia!